7 claves para ser un pacificador


“No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás. Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.” Filipenses 2:4-5 (NTV)
Ser pacificador no es una habilidad que esté muy desarrollada hoy día en nuestro mundo, pero es una habilidad que se puede aprender. De hecho, Jesús llama a los creyentes a que sean pacificadores.
En el blog anterior, A los que buscan la paz, Dios los premiará, compartí tres claves para ser un pacificador. Aquí hay cuatro más.
Claves para convertirte en un pacificador:
- Escuchar el dolor y la perspectiva de la otra persona. Siempre encontrarás dolor en el conflicto. ¿Cuántas veces me escuchaste decir? “Las personas heridas, hieren personas.” En otras palabras, cuanto más herido este, más ataco a todos los demás. Las personas que no están heridas no hieren a otras. Por esa razón, los pacificadores escuchan el dolor de la otra persona y ven su perspectiva. Como San Fráncico de Asís dijo una vez, “Busca entender antes de buscar ser entendido”. La Biblia dice “No se ocupen solo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás. Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.” Filipenses 2:4-5 (NTV). Eso significa que te asemejas a Jesús, cuando te enfocas en el dolor de otro en lugar de en tu propio dolor.
- Di la verdad con tacto. La verdad te hace libre, pero debes decirla con amor. La Biblia dice “Hablaremos la verdad con amor” (Efesios 4:15a NTV). La verdad no es suficiente. No es sólo lo que dices, sino cómo lo dices. Si hablas de manera ofensiva, será recibido de forma defensiva. Dios es muy específico acerca del tipo de palabras que están fuera de los límites. Yo las llamo PDM – Palabras de Destrucción Masiva. Estas son palabras que escalan el conflicto a otro nivel. Las palabras agresivas, ofensivas, acusadoras no sirven para nada. Solo agrandan el conflicto. Colosenses 3:8 dice, “quiten de su vida todo esto: el enojo, la ira, la maldad, los insultos y las malas palabras (PDT).
- Arregla el problema, no la culpa. Necesitas aprender a atacar el problema, no uno al otro. El juego de acusar es una pérdida de tiempo. Cada vez que te ocupes de solucionar el problema de la culpabilidad, pierdes energía y no solucionas el problema.
- Enfócate en la reconciliación, no en la resolución. Reconciliación significa reestablecer la relación. Significa que no te aferras a ninguna herida. Haces las paces. La resolución, por otro lado, significa que resuelves cada mal entendido. Eso no va a suceder. Todos somos diferentes. No vamos a ponernos de acuerdo en todo. Pero los pacificadores pueden estar en desacuerdo sin ser desagradables. Eso se llama madurez.
Nuestro mundo está lleno de conflicto. Solo tienes que leer el periódico. Está en todos lados: guerras, divisiones, argumentos, tensión entre las personas, prejuicios y racismo, violencia, tribalismos y terrorismo. Nuestra civilización ya no es civilizada. Y como consecuencia tenemos relaciones heridas, vidas heridas y corazones heridos.
Mi desafío para ti es que te comprometas a ser un agente de reconciliación en un mundo lleno de conflicto.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Por qué piensas que las habilidades de pacificador son tan escasas en este momento?
- ¿De qué forma enfocarse en la resolución en lugar de la reconciliación empeora el problema?
- ¿Qué conflictos en tu vida estás dispuesto a encarar y convertirte en un pacificador? ¿Qué pasos puedes dar esta semana para que esto se haga realidad?
Reflexiona sobre estas frases en tu grupo pequeño:
- Te asemejas a Jesús cuando te enfocas en el dolor de los demás en lugar del tuyo.
- El juego de la culpabilidad es una pérdida de tiempo. Cada vez que te ocupas de solucionar el problema de la culpabilidad, pierdes energía y no solucionas el problema.
- Los pacificadores pueden estar en desacuerdo sin ser desagradables.

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