ESTILO DE VIDA: JESÚS, PROMESA CUMPLIDA

Grupo Puerto de Milagros
Como responde Cristo cuando dudamos de él?. Nos lleva al aposento alto en Jerusalén. Es el domingo por la mañana, después de la crucifixión del viernes. Los seguidores de Jesús se habían reunido, no a cambiar al mundo, sino a escapar; no como los relatores de anécdotas del evangelio, sino como conejos asustados. Enterraron sus esperanzas con el cuerpo del Carpintero. Fíjate en los rostros barbudos de esos hombres para ver un destello de resolución, una pizca se valor, y no vas a encontrar nada, sin embargo, una mirada a los rostros animados de las mujeres, y tu corazón va a saltar de gozo con el de ellas. De acuerdo a Lucas entraron al lugar precipitadamente, como la luz del sol, anunciando que habían visto a Cristo. “Las mujeres volviendo del sepulcro dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Más a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían”(Lucas 24:9-11). Los que periódicamente dudan de Cristo, tomen nota y aliéntense. Los primeros seguidores de Cristo también tenían dudas.
Bien, que le parece? Cristo dictó una clase bíblica. Llevó al dúo camino a Emaús a través de un curso de estudio del Antiguo Testamento, desde los escritos de Moisés (Génesis hasta Deuteronomio) al mensaje de Isaías, Amós, y otros. Hizo el camino a Emaús un estudio bíblico cronológico, pausando para describir…tal vez el rugiente mar Rojo y las paredes de Jericó derrumbándose? El rey David tropezando? De importancia especial para Jesús era lo que las “Escrituras de él decían”. Su rostro pintaba más historias del Antiguo Testamento de las que tal vez te imagines. Jesús es Noé, salvando a la humanidad de un desastre; Abraham, el padre de una nueva nación; Isaac, a quien su padre colocó en el alta; José, vendido por una bolsa de plata; Moisés, libertando a los esclavos; Josué, señalando la tierra prometida. Jesús, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, los llevó a través de las Escrituras.
Los dos discípulos dijeron como se sentían: “No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaban en el camino? “(Lucas 24:32). A esta altura, los tres habían pasado hacia el noroeste y habían salido de las rocosas colinas a un perfumado calle con una arboleda de olivos y deliciosos árboles frutales. El dolor y la sangre derramada en Jerusalén se encontraban a su espalda, olvidados en la conversación. La caminata de once kilómetros se sintió como un paseo de media hora. El tiempo pasaba con demasiada rapidez; los discípulos querían escuchar más. “Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Más ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros. Y aconteció que estando sentados a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió y les dio. Entonces le fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista”(v.28-31). Jesús le enseñó la Palabra y partió el pan, y luego, como la neblina en una mañana de julio, desapareció. Recuerda, las dudas que no tienen respuesta producen discípulos inseguros. Por eso Jesús fue una promesa cumplida, a través de las escrituras y confirmada por sus discípulos.
Escrito por: Iris N. Torres Padilla
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