Hablemos claro… ¿A quién le importa?


Bueno, este es mi último blog del año 2017. Un año que ciertamente quedará marcado en la historia. La Biblia nos dice en Proverbios 27:1 “No te jactes del día de mañana; porque no sabes que dará de sí el día.” Algo positivo que surgió de vivir el huracán María es que esa Escritura se hizo rhema en mi corazón y me ha llevado a decir hoy lo que tenga que decir, ya que no sé que tendrá para mí el mañana. Ciertamente, sigo haciendo planes, siguiendo mis metas y sueños, pero viviendo el día de hoy.
Así que hoy, voy a decir varias cosas que están en mi corazón y que antes no había querido decir. ¿Por qué? No sé, quizás el temor me había llevado a un rincón del pasillo o quizás simplemente pensé que no haría mucha diferencia ya que no soy lo suficientemente “famoso” como para que mis palabras sean leídas por cientos de miles de personas. Antes me importaba ese tipo de cosas. Ahora, hablemos claro… ¿a quién le importa?
Las imágenes del mundo
En este mundo, especialmente en las artes, hay toda una serie de opiniones acerca de lo que es el éxito. Se han levantado ciertas imágenes de “artistas exitosos”, que tienen como único fin que nos postremos frente a la superficialidad que proclaman.
Por otro lado, tenemos a los programas de farándula que constantemente están buscando el nuevo chisme del día para “informarle” a su audiencia; a una audiencia que se ha dejado seducir por la morbosidad de la desgracia ajena, especialmente la de aquellos famosos que tienen la desventura de encontrarse en medio de algún conflicto. Es como si ver la desgracia de los ricos y famosos nos hace sentir mejor de nosotros los “pobres mortales”. La realidad, no podemos esperar mucho del mundo. Después de todo está en tinieblas.
El elefante rosa
Ahora, hay un elefante rosa en medio de la sala del cual tenemos que hablar. Algunos lo critican, otros lo defienden, pero la realidad es que TODOS de alguna manera u otra nos dejamos influir por él. ¿A qué me refiero? A lo que algunos conocen como la “farándula cristiana”.
Este es el tipo de tema que enciende pasiones, hasta nos puede llevar a obviar el mandamiento del amor y empezar a usar nuestras opiniones como fusiles en una guerra civil que solo le hace daño al cuerpo de Cristo.
¿Es mala la fama?
Así que comencemos con una perspectiva correcta. La fama NO es mala. La búsqueda de la fama sí lo es. ¿Cómo sabemos que la fama no es mala? Simplemente porque podemos verlo en la Biblia. Desque que Jehová le dice a Abraham “engrandeceré tu nombre” en Génesis 12:2 hasta que nos describe cómo la fama de Jesús se difundió por toda la tierra de Galilea (Lucas 4:14) y hasta nos dice que un rey oyó su fama (Mateo 14:1, Marcos 6:14). Si ser famoso es malo, entonces tendríamos que decir Jesús estaba mal por ser famoso. Ehh… NOPE. Jesús nunca estuvo mal.
Así, que el problema no es que tener fama sea malo. El problema está en cuando deseamos esa fama, cuando tratamos de “construir nuestra carrera” de tal forma que podamos alcanzar esa fama o cuando menospreciamos a aquellos que no tienen fama.
El problema que estamos viviendo
Entonces, ¿Qué es lo que está pasando? El problema es que todos, y estoy seguro que TODOS en algún momento u otro, nos hemos dejado influir por la cultura de la farándula cristiana:
- Cuando tratamos a alguien diferente porque es “famoso” y no por su valor en Cristo. Muchos tratan mejor a los famosos que a los que no lo son, pero también hay quienes tratan mal a los que tienen fama porque “este se cree que porque es famoso…”
- Cuando respondemos las llamadas de alguien que su nombre es reconocido, pero ignoramos las llamadas del que es “menos conocido”.
- Cuando nos emocionamos porque un cantante tiene un concierto cerca de nosotros y estamos deseosos de ir a adorar, y no hemos tomado un momento en la mañana para ser los adoradores de Papito en la intimidad.
- Cuando para tomar la decisión de a qué persona invitar a mis eventos o seleccionarlo para uno de mis proyectos verifico cuantos “likes” tiene su página de Facebook en lugar de pedirle al Señor que me muestre quién Él desea que participe.
- Cuando la cantidad de seguidores en redes sociales se convirtió en un factor determinante a la hora de seleccionar si un libro debe publicarse o no. Etc, etc, etc.
En todos esos momentos nos hemos dejado llevar por la cultura farandulera que proviene del mundo.
“Caramba Julito, nos estás criticando”. No mi hermano, ese he sido yo; eso y mucho más. Lo escribo con vergüenza. En muchas ocasiones me he dejado llevar por cosas tan insignificantes y pretenciosas como esas para tomar ciertas decisiones. Y lo que es peor, no soy el único que ha actuado así.
El resultado de ser obedientes
¿Sabes qué es lo curioso? Conozco a muchos hermanos que tienen fama a nivel internacional y puedo decirte que más del 95% NO están ahí por la fama. Simplemente, fue el resultado de ser obedientes a la voz del Señor, el resultado de años de luchas, fidelidad y de creerle al Señor. Eso ha sido lo que les ha dado una plataforma internacional. Papito les ha confiado mucho porque fueron fieles en lo poco. Igualmente, hay otros a quienes Papito les ha confiado tanto o más que a ellos y nunca nos hemos enterado de sus nombres.
“Sí Julito, pero yo sé de algunos que les gusta esa fama”. Es cierto, pero en mi barrio dicen, “De cualquier malla sale un ratón”. No usemos las deficiencias de una minoría para atacar el carácter de la mayoría.
El escenario que tenemos es este: Hermanos a los que Dios está engrandeciendo su nombre, lo cual los ha colocado en medio del ojo público, y otros hermanos que no tienen esa fama y se han dejado contaminar por la visión del mundo acerca de la fama. El resultado: Una “farándula cristiana”.
¿Qué podemos hacer?
- Primero, estamos llamados a entender que cada hijo de Dios tiene un llamado precioso, especialmente separado para esa persona. Para algunos, ese llamado los llevará a tener reconocimiento en esta Tierra y otros quizás no tengan esa fama. Sin embargo, ambos llamados son igualmente valiosos, y lo que importa es que nuestro nombre esté escrito en el Libro de la Vida del Cordero. Ningún llamado es más importante que otro, por más fama que reciba en su desempeño.
- Segundo, tenemos que honrar a todas las personas por el gran valor que tienen en Cristo, no por su fama. ¿Quieres tener una medida de cómo tratar a tu hermano? En la misma manera que honramos y buscamos servir a los famosos o a los que están en posiciones de autoridad, honra y sirve a tu hermano.
- Tercero, tenemos que renunciar a usar los parámetros del mundo en nuestra toma decisiones y comenzar a usar los parámetros de Dios. En lugar de gastar el tiempo buscando cuantos seguidores tiene la persona en redes sociales, vamos a invertir ese tiempo en oración para que el Señor nos muestre a quien desea en nuestro proyecto o evento, o a quien desea que apoyemos activamente.
- Cuarto, los que tenemos cierto grado de fama, tenemos que destruir el círculo que hemos estado creando y empezar a usar nuestras plataformas para servir. Y cuando digo servir, no estoy hablando en servir de tal manera que NUESTRO ministerio reciba algo como resultado de ese servicio, sino servir por Ágape, bajo la dirección del Espíritu Santo, aunque nadie se entere que estuvimos involucrados en ese servicio.
- Quinto, destruyamos la “farándula cristiana” de nuestros corazones. Dejemos de idolatrar a los famosos o de juzgarlos, y empecemos a amarnos los unos a los otros, como Cristo nos amó. Así seamos famosos en esta Tierra o no.
- Sexto, si estás trabajando en el ministerio y no eres “conocido”, no te menosprecies. Si estás siendo dirigido por el Espíritu Santo, tu trabajo es igualmente valioso que el del cristiano más famoso en esta Tierra. Tu música es igualmente valiosa que la del cantante cristiano más famoso de esta Tierra. Tu ministerio es igualmente valioso. No permitas que nadie te haga sentir que eres menos, solo porque tu nombre no es conocido.
- Séptimo, si tienes cierto grado de fama, NO TE CREAS LA PELÍCULA. NO somos mejores que los demás. En el Reino de Dios la cantidad de “likes” en Facebook, los “seguidores” en Twitter y en Instagram no importan. No construyas tu ministerio en algo tan inconsistente y superficial como la opinión de la gente. Constrúyelo sobre la Roca. Después de todo, en el cielo no hay Facebook. Allá a nadie le importa cuantos seguidores tienes en las redes sociales. El apóstol Pedro no le va a dar “like” a tu post. Pablo no está viendo tus fotos en Instagram. Y créeme, Jesús no usa Twitter.
- Finalmente, a los charlatanes que tratan de usar a los que tienen fama y menosprecian a los que no la tienen, todo con el fin de hacerse de dinero… arrepiéntanse y conviértanse de nuevo. Bye.
¿Eso es todo lo que quería decir de este tema? Déjame ver… nope. Pero este blog se supone que es de 500 palabras y ya pasé las 1,500 así que es mejor que me detenga.
Lo único que importa
Te dejo con esto… Eres un hijo de Dios, tu verdadera identidad proviene de Cristo y solo de Él. A la hora de la verdad, lo único que permanecerá para siempre son la fe, la esperanza y el amor, pero el mayor de ellos es el amor. Amémonos unos a otros, como Cristo nos amó. Por favor, guardemos nuestros corazones; sobre toda cosa guardada, guardemos nuestros corazones de la contaminación de este mundo. No idolatremos a los famosos, no juzguemos a los famosos, no menospreciemos a los que no tienen fama. Lo que importa es que somos conocidos en el cielo. Lo único que importa en este mundo es Ágape. Lo demás es vanidad.
Este próximo año 2018, tus actos de amor Ágape harán eco en el cielo. Sigue pa’lante y por favor, NUNCA, NUNCA, NUNCA TE RINDAS. ¡Feliz año 2018!
Hasta el próximo año,
///Julito

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