JÓVENES: UN MUCHACHO LLAMADO JONÁS

Básicamente, esta es la historia que conocemos de Jonás. Hemos aprendido que él desobedeció el mandado que se le había hecho. ¿Alguna vez te has preguntado por qué alguien como Jonás decidió huir en vez de hacer lo que era necesario hacer?

Te invito a que leas la historia de Jonás en la Biblia. Puedes buscar bajo su mismo nombre: “Jonás”. También puedes buscar una aplicación para búsqueda en la Biblia en internet. ¡Espero por ti!

Como pudiste ver, en el último capítulo, al fin, Jonás revela sus intenciones. El dice algo como: “yo sabía que si le decía a este pueblo que tú los ibas a destruir, ellos arreglarían sus vidas y tú cambiarías de opinión, (muy enojado) prefería haber muerto antes que lo que yo dije no se cumpla”.

Sí, Jonás no obedeció las instrucciones que Dios le había dado antes porque tenía miedo (terror) a fracasar. ¿Esto te resulta familiar? ¿Podríamos acusar a Jonás por haber sido un desobediente?

La historia de Jonás es una historia fascinante. ¡Hay un gran pez que retiene a Jonás en su estómago por tres días! Puede que no creas que esta historia sea cierta, pero piensa en esto:

El miedo al fracaso es uno de los peores y más comunes miedos en el ser humano, y el miedo nos hace tomar decisiones poco pensadas. Jonás ya era un hombre cuando ocurrió esto, pero se me ocurre pensar que en su niñez o juventud no tuvo buenas afirmaciones respecto a las cosas importantes que podía lograr. Quizás la gente que más amaba le decía todo el tiempo que era un “don nadie”, que era un fracasado y que nunca haría nada bueno ni útil en la vida. ¿Comprendes lo que digo? Todos nos hemos visto tentados a ser Jonás y huir de las grandes experiencias solo por el miedo a fracasar.

Jonás estaba tan concentrado en su frustración de ser todo un fracasado que no se daba cuenta de todo lo que Dios quería hacer en él.

Cuando tienes miedo al fracaso y huyes, terminas dentro de un gran pez: el pez del atraso, de la costumbre, de la comodidad. Dentro de ese pez, morirá todo tu hermoso potencial. Solo por miedo a fracasar.

De seguro que todos hemos fracasado y fracasaremos muchas veces más, pero vale la pena el intento. Dicen que el peor fracaso es “no haberlo intentado”.

Esto es lo que pienso: si Jonás hubiera obedecido las instrucciones desde el principio, aunque con miedo, de igual forma hubiera sucedido lo que sucedió, el pueblo ordenó sus pasos, cambió su vida y fue un mejor pueblo, pero hoy no estaríamos hablando de alguien que huyó por sus miedos sino de alguien que enfrentó el mayor de todos sus miedos por medio de la obediencia.

¿Te atreves a ser un muchacho llamado Jonás?

Tú puedes cambiar la historia…

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