MISIONES: CUIDADO INTEGRAL DEL MISIONERO 2
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¿Piensas que un misionero es un superhombre o supermujer que debe resolver sus problemas y dificultades en el campo por sí solo? ¿Sabías que el misionero también enfrenta serios conflictos en su interior, dudas, luchas y temores? ¿Imaginas el estrés que representa cuando el apoyo económico prometido no llega o sencillamente dejan de apoyarle sin previo aviso? Saludos. BIENVENIDOS una vez más a esta sección de “Conociendo de Misiones”. Hoy continuamos la serie enfocada en el Cuidado Integral del Misionero.
TÚ Y LAS MISIONES – Una característica de nosotros los latinos es que somos gente de familia y de comunidad. Eso es una gran ventaja cuando vamos al campo misionero, pero también se convierte en un reto, especialmente en el primer periodo de servicio en el campo. ¿Se imagina usted llegando a un lugar donde las costumbres son muy diferentes a las suyas, el idioma es distinto y aún la forma de vestir es diferente? Los primeros días es emocionante, pero ¿se imagina el sentido de impotencia al no poder comunicarse? El desafío que representa para el latino el parecerse físicamente a ellos y cuando te hablan en su idioma no les puedes responder y eres malentendido y se molestan. Al misionero le tomará tiempo lograr hacer amigos, adaptarse e identificarse con la comunidad en la que sirve.
El cuidado integral del misionero no es una tarea especializada, aunque sí incluye profesionales en diferentes áreas para suplir necesidades específicas. Pero personas comunes y corrientes, miembros de la congregación, pueden servir en algunos aspectos de esta área. Las epístolas de Pablo nos dan varios ejemplos de este cuidado y compañía que él sentía por parte de los creyentes en diferentes comunidades. La mayoría no eran especialistas, sino hermanos en la fe, miembros del cuerpo de Cristo que guardaban la unidad y se preocupaban los unos por los otros, cuidándose y exhortándose unos a otros (Efesios 4:15-16, 1 Tes. 5:14-15). Conocemos a varios de los ayudantes de Pablo: Febe, Priscila y Aquila (Rom.16:1-4) le acompañaron y hasta expusieron su vida por él; Aristarco, Marcos y Justo fueron personas que le consolaron (Col. 4:10-11), Onesíforo le buscaba con insistencia, lo confortó y le fue de mucha bendición (2Tim.1:16-17), los filipenses le enviaron ofrendas con mucho sacrificio (Fil. 4:10, 15); los hermanos de Corinto, lo bendijeron y confortaron en medio de serios conflictos y le enviaron a Tito como una expresión de cuidado y amor (2 Co. 7:5-7), y otros muchos más.
El cuidado integral del misionero es un trabajo en cooperación, como parte del cuerpo de Cristo. Involucra al misionero, la iglesia que le envía y su agencia misionera. Como dice el misionero Mario Loss en un artículo sobre este tema, hablándole al misionero: “Hay una dimensión personal que te corresponde en cuanto a tu propio cuidado. Tienes que entender las funciones de la iglesia y de la agencia para contigo y mantenerlos informados de tus necesidades. Muchas veces, la iglesia y agencia no sabrán qué es lo que necesitas; por ello, es importante que lo comuniques y sepas explicarlo. Además, debes formar un grupo cercano de apoyo con los que podrás compartir con mayor libertad tus necesidades y buscar ayuda cuando la necesites. Lo más importante: debes cuidar tu propia relación con Dios y depender de Él, porque es Él quien te sustenta.” El misionero nunca debe perder la perspectiva de que es Dios quien le llamó y a quien él obedeció. Su dependencia de Dios será fundamental.
La iglesia enviadora también juega un papel protagónico en esta tarea. Este cuidado empieza desde el proceso previo a salir al campo, desde que reconocen su llamado y comienza a dar pasos para salir. La iglesia debe procurar que formarle en el servicio al Señor, usando sus dones y capacidades, moldeando su carácter para servir en la obra. Es en la iglesia donde se pueden corregir las deficiencias. Tener un mentor a quien rendir cuentas durante el proceso será de mucha ayuda. ¿Conoces alguna persona que reconoce su llamado misionero? Continuaremos…
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