MISIONES: FACTORES DE ESTRÉS EN EL CAMPO I

El énfasis misionero en las últimas dos décadas ha estado dirigido a llegar a pueblos no alcanzados con el evangelio. Miles de misioneros latinoamericanos han salido a servir tanto en étnias tribales en nuestros países latinos, como países en Asia, Africa y Europa, donde no se habla nuestra lengua. Como mencioné la vez anterior, cuidar de nuestros misioneros en esta etapa implica proveerle los recursos económicos para el aprendizaje del idioma. Un reto es que en ocasiones tendrá que aprender el lenguaje principal del país y también el idioma o dialecto del grupo étnico con el cual estará sirviendo. Conozco una pareja latina a quienes Dios llamó a servir entre los pigmeos Baka en Camerún, Africa. Además de aprender inglés, tuvieron que aprender el francés, que es el idioma principal en el país y luego aprender el Baka para trabajar entre esta población. Tomó tiempo el proceso, pero el fruto ha sido permanente.
A continuación les comparto algunos principios sobre el estrés, mencionados en el artículo: “El estrés y el aprendizaje de una segunda lengua” (publicado en: http://cursoa2l.files.wordpress.com/2009/06/1-29-el-estres-y-el-a2l1.pdf), que nos ayudarán a entender mejor el estrés que enfrentan los misioneros y cómo cuidar de ellos. En primer lugar debemos reconocer que los cambios provocan estrés. Ya sean cambios positivos o negativos, siempre van a generar un nivel de estrés. En segundo lugar, la reacción al estrés varía entre individuos y entre culturas. Cada persona tiene un cierto nivel de capacidad para manejar el estrés. En tercer lugar, el estrés es normal y necesario para la vida. Así que no es cuestión de eliminar el estrés. Alguien dijo: “Hay que evitar el estrés innecesario, minimizar el estrés destructivo y guardar nuestra energía para el estrés necesario.”
En cuarto lugar, el estrés es pegajoso. A veces el misionero sale del lugar para recuperarse y entonces volver. En ocasiones no pasa mucho tiempo cuando otra vez está en un nivel de estrés peligroso. Cuando es así, se recomienda que el misionero no regrese al mismo lugar. En quinto lugar, debemos reconocer que el estrés es acumulativo. Las personas pueden resistir tres o cuatro situaciones difíciles de estrés. Ya en una quinta situación, puede afectar su salud y no es por la situación en sí, sino por lo que ha acumulado desde antes.
Como iglesia muchas veces nos enfocamos en el trabajo que tienen que hacer nuestros misioneros y no nos enfocamos en las fuertes luchas y batallas que enfrentan para cumplir el propósito de Dios y que ese pueblo pueda disfrutar de la esperanza viva del evangelio. Como creyentes y como iglesia podemos ayudarles con la carga y aliviar el estrés de los que sirven en el campo transcultural. Continuaremos la próxima semana.

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