¿Qué hacer en el peor día de tu vida?


Este pasado mes de septiembre tuvimos una de las peores experiencias que ha vivido nuestra Isla, el paso del huracán María. Al igual que todos mis hermanos boricuas, mi familia y yo tuvimos pérdidas, pérdidas que causaron mucho dolor. Siempre que me corresponde vivir experiencias dolorosas, recuerdo un libro que me ha ayudado mucho. Se titula “What to Do on the Worst Day of Your Life” (Qué hacer en el peor día de tu vida) de Brian Zahnd.
El libro recoge los principios que se encuentran en lo que el autor llama “el peor día en la vida de David”. El recuento de ese evento lo encontramos en 1 Samuel 30; ocurrió durante un tiempo cuando David aun no era rey. Los amalecitas invadieron a Siclag (Lugar donde residía David y sus hombres) mientras él y sus hombres se encontraban fuera de la ciudad. Los amalecitas se llevaron todas las pertenencias de David y sus hombres, secuestraron a sus esposas e hijos y prendieron en fuego toda la ciudad.
En un solo día, David y todos sus hombres lo habían perdido todo, literalmente. Los principios acerca de qué hacer en nuestro peor día, están ilustrados en las acciones que tomó David ese día. Acciones que, no solo lo llevaron a recuperarlo todo, sino a terminar en una posición mucho mayor a la que estaba anteriormente. Aquí te comparto los primeros 5 principios que el autor elabora en el libro.
Llora
Lo primero que hacemos cuando nos enfrentamos a nuestro peor día es llorar. Y no hay problema con eso, llora. Como seres humanos, es natural que nos duela. Así que si tienes que llorar, llora. Deja salir esas emociones.
En la parte final de Salmos 30:5 nos dice “Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría”. Hay un tiempo para llorar. En ese momento llora todo lo que tengas que llorar. Pero también hay un tiempo de dejar de llorar y regocijarnos en el Señor. Llora, pero no te quedes agarrado a la tristeza y el dolor. Suéltalos y comienza a regocijarte en el Señor. Aunque no sientas la victoria, recíbela por medio de la fe. Es tuya, regocíjate.
No fluyas en amargura
Ese día que David perdió todo, las cosas se pusieron aun peores cuando sus hombres le echaron la culpa a él y empezaron a hablar acerca de apedrearlo. Así como lo oyes, los propios hombres que dirigía David querían matarlo. ¿Por qué? Porque permitieron que la amargura llenara sus corazones y buscaron a alguien para echarle la culpa de su desgracia.
La naturaleza de la carne es buscar a quién echarle la culpa. En tu peor día, no permitas que la amargura llene tu corazón. No busques a quien echarle la culpa. Eso solo empeorará las cosas y te sumergirá en más dolor y problemas.
¿Qué hacemos entonces? Decide perdonar. Perdona a todas aquellas personas que piensas que tienen algún grado de culpa en tu situación. Habla palabras de perdón en lugar de palabras de maldición. Palabras de sanidad en lugar de críticas. Si tú logras evitar la amargura, acelerarás tu proceso de recuperación y te evitarás grandes dolores de cabeza.
Aliéntate a ti mismo en el Señor
En medio de toda esa situación, David comenzó a alentarse a sí mismo en el Señor. Dios era la constante de David. Dios es nuestra constante. En el mundo tendremos aflicción, pero estamos llamados a confiar porque Jesús venció al mundo. Él es nuestra constante, el inmovible.
David cambió su foco del problema, hacia Dios. ¿Cómo lo hizo? A través de la alabanza y adoración. En tu peor día, alaba y adora al Señor con todo tu corazón. Háblale, cántale, entrégate por completo. No te pongas a cantar esas canciones tristes que solo nos llevan a sumergirnos más en el llanto. Ya pasamos esa etapa. Esta es la etapa de colocar nuestro foco en el Señor. Magnifica al Señor. Magnifica su grandeza. Magnifica su poder.
Cambia tu foco del dolor y las circunstancias, hacia el Dios Todopoderoso.
Recibe una Palabra de Dios
David alabó y adoró a Dios, y comenzó a buscarlo. Lo buscó hasta que percibió la voz de Dios, hasta que recibió una palabra de Dios. Cuando estamos en problemas, lo más que necesitamos es fe. La fe es la victoria que venció a este mundo. Y la fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios.
En tu peor día, tú necesitas oír y oír la Palabra de Dios. Necesitas recibir la palabra específica para el tiempo específico que estás viviendo. ¿Cómo lo haces? Mantente sumergido en la presencia de Dios en oración, alabanza, adoración y leyendo la Biblia. No te muevas hasta que escuches una palabra específica de parte de Dios para el tiempo específico que estás viviendo.
¿Cuánto tardará en llegar esa palabra? No lo sé. Nadie sabe. Lo que sí estoy seguro es que si nos mantenemos conectados al Señor, la palabra siempre llega. Cuando llegue, recíbela. Hazla tuya. Mantenla frente a ti y nunca la olvides, porque esa Palabra te guiará y te dará aliento durante todo el proceso de recuperación.
Reorienta tu visión
Con esa palabra que Dios te dio, también recibes una fe fresca y una nueva esperanza. David reorientó su visión de las cenizas que estaba viendo a un futuro con mucho potencial. No solo eso, también comenzó a profetizar ese futuro. Comenzó a profetizarle a sus hombres que iban a perseguir a los amalecitas, los iban a alcanzar e iban a recuperarlo todo. Esa era una visión de victoria.
Para poder recuperarlo todo, luego del peor día de tu vida, tú tienes que reorientar tu visión. Tienes que buscar la manera de ver más allá de la crisis presente y establecer una visión donde ya has recuperado todo. Tienes que estar convencido de que Dios quiere que te recuperes, que Dios desea que te levantes.
La visión se trata de tu perspectiva del futuro. Tu perspectiva del futuro determinará si te energizarás o te desmoralizarás. En otras palabras, tu visión es tu futuro. Tú necesitas una visión inspirada en las promesas de Dios, una visión de victoria. Tu visión te dará la valentía para enfrentar la crisis actual y el mañana con una nueva energía y propósito.
La próxima semana te compartiré los otros 5 principios que el autor Brian Zahnd escribió en su libro. Por el momento, te dejo con estas palabras: “Rendirte NO es opción”.
Nos vemos la próxima semana,
///Julito

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