Relaciones saludables: Más que un taller, una experiencia


Desde hace más de 7 años, he estado capacitándome y a su vez, capacitando a cientos de jóvenes en diferentes parte de la isla y países latinoamericanos acerca de cómo desarrollar relaciones saludables. He ofrecido talleres, participado en foros de radio comercial y universitaria, además de radio cristiana e iglesias. Incluso, mi primer libro, Hablemos de las relaciones saludables, fue escrito principalmente pensando en la comunidad eclesiástica juvenil.
La razón de esto es haberme desarrollado toda mi niñez y juventud en diversas congregaciones eclesiásticas y no haber recibido ni una sola vez una orientación o educación real respecto a las relaciones. El enfoque principal iba dirigido, muy respetablemente, a una conducta doctrinal sana. Sin embargo, eso no evitó sufrir maltrato por parte de mi novio, experimentar ideas de desprecio a mí misma y baja autoestima.
No puedo negar que una cultura de fe me fortaleció y, sin duda, fue punta de lanza para que yo lograra gran parte de mi éxito en vivir mi mensaje y poder transmitirlo a los demás.
En ese sentido, me gustaría contarles qué hago. Soy “muchas cosas”, desde comunicadora, trabajadora social, productora y presentadora de radio, hasta una simple estudiante de la vida. Me he capacitado tanto en estudios (que muy pocos existen relacionados a mi área de experiencia), como en mi carácter personal, haciendo lo mismo que los grandes pensadores y filósofos de la historia del mundo: haciéndome preguntas, cuestionando todo.
Mi relación de pareja de los 17 años y la de los 30 años son muy distintas, pero tienen algo en común, sigo siendo una aprendiz.
Y esto es parte de lo que enseño con mi mensaje.
He tenido varias experiencias, precisamente en las iglesias, respecto al ofrecimiento de talleres. Muchos líderes, con intenciones muy genuinas de llevar un mensaje de relaciones saludables a su grupo de jóvenes, me han hecho la invitación para compartir con ellos ofreciendo un taller o una conferencia. Y ciertamente, durante años utilicé el mismo formato que había aprendido, el de usar referencias bíblicas para justificar o evidenciar que los jóvenes o cristianos deberían actuar de cierta manera. Entonces, me di cuenta que seguía haciendo exactamente lo mismo que me había afectado a mí, dejando de un lado la parte más importante en cualquier tipo de relación: las emociones.
Por esto, luego de varios cantazos y “metidas de pata” (como siempre) decidí cambiar la estrategia de lo que estaba comunicando. Ciertamente, mi mensaje no se alejaba demasiado de lo que por años aprendí y enseñé como parte de mi función alguna vez en la iglesia. Sino que le añadía un valor sustancial al fortalecimiento de un carácter y madurez emocional. El cual nos serviría para identificar factores de riesgo en relaciones, capacidad para tomar decisiones de valor y por supuesto, desarrollar una relación saludable con nosotros primero para poder amar a otros bien.
Como parte de esta estrategia, lo que antes era un taller informativo, se convirtió un en una experiencia de aprendizaje en la cual, todos los asistentes tendrán la oportunidad de participar en dinámicas especializadas, diseñadas para cada grupo conforme sus necesidades (por edades o perfil), crear su propio modelo de desarrollo de relaciones, mientras se divierten, aprenden, se conocen mejor entre ellos y a sí mismos. Todo esto con el fin de poder estar listos para desarrollar mejores relaciones. Luego de esto, cada líder podrá trabajar el aspecto doctrinal que corresponda a su ideología de fe.
Es mi propósito desarrollar una cultura de relaciones saludables que nos impulsen y no nos estanquen. Relaciones para nuestro bienestar y no para nuestra destrucción.

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