¿Te llegó el Holiday Blues? ¡No lo permitas!


Llegan las Navidades, y con ellas…el temido Holiday Blues. Que no es otra cosa que un sentido de depresión o ansiedad provocada por los cambios de “fin de año”. Aunque esto conlleva una explicación profunda y teórica, lo resumiré de manera básica para que podamos entenderlo y a su vez, enfrentarla si llega. ¡Vamos!
El fin de año coincide con nuestra celebración de las Navidades, que en Puerto Rico se extiende al menos hasta “las octavitas”. Sí, ¡lo celebramos todo! Al coincidir un evento con otro se unen también diversas emociones que, aunque pueden variar en cada persona, en resumidas cuentas nos llevan a todo un proceso de reflexión.
Las Navidades suelen hacernos pensar en nuestras relaciones. Es un evento que dura días, semanas y que suelen estar llenos de momentos en familia, celebración, comida, fiestas y por supuesto, personas. Queremos compartir estos tiempos, libres del trabajo, con aquellas personas que no solemos ver durante el resto del año, o que bien, no disfrutamos lo suficiente.
Esto me lleva a pensar:
¿Qué hice en este año? ¿Qué me faltó por hacer? ¿Qué puedo agradecer? ¿Qué hubiera querido no vivir? El fin de año es ese punto en el que descubrimos que no nos quedan más meses en el año para esa dieta que tanto prometimos, para hacer esa llamada que aseguramos haríamos hace meses atrás, para comenzar ese proyecto que tanto soñamos. Ya se nos acabó el tiempo, y eso siempre nos da un poco de melancolía.
Puerto Rico, particularmente, ha sufrido en los últimos meses grandes cambios emocionales, estructurales y en todo un estilo de vida tras el paso del más reciente evento atmosférico. Así que, en ese sentido, las probabilidades de experimentar los efectos del Holiday Blues son mayores.
Pero no soy de las personas que se dejan llevar por la corriente. Si hay alguna posibilidad de hacer algo diferente, lo haré. Y si esa posibilidad no existe, la voy a crear.
Tú también puedes crear tus posibilidades.
- Lo que no se hizo, ya no se puede hacer: Cuando estudiamos para un examen, minutos o segundos antes de tomar el mismo, no recomiendan que sigamos repasando lo estudiado. Lo que aprendimos es lo que sabemos, y no hay manera de “embotellarnos” esa última pizca de conocimiento. Igual, lo que no hicimos durante el año, en el cual tuvimos tanto tiempo, ya no lo considero como algo sustancial. Me gusta entender que tendré una nueva oportunidad el próximo año, y que incluso, muchas de las metas que tenía no las llevé a cabo por causa de mi falta de madurez y enfoque a ciertas cosas. Así que, me preparo de manera real para la próxima ronda. Sin miedo…
- Aceptar me ayuda a trascender: Si sigo negando aquellas cosas que pude hacer mejor, seguiré manteniendo ese pensamiento insistente en mi mente. Y esto me hará sentir triste. Así que analizo lo que pude hacer mejor (créanme que son muuuuuchas cosas las que pude haber hecho mejor) y las traigo a mi vida. No me prometo cumplirlas el próximo año, más bien me propongo hacerlas mías.
- Mis decisiones me transforman: Suelo tomar decisiones basadas en la persona en la que quiero convertirme y no en las “cosas” que quiero tener o hacer. Mantener este balance me hace superar las “pérdidas”, porque sé con certeza que lo que conocemos como perder, no es otra cosa que la posibilidad de ser y hacer algo mejor la próxima vez. Y tengo la dicha de reconocer cuando esas oportunidades vuelven a cruzarse en mi camino.
- Las relaciones son lo más importante que tenemos: Tengo muy claro que no puedo estar en todo lugar en todo momento, así que no me cargo pensando con quién o dónde celebraré la Navidad o despediré el año viejo. Mas bien me concentro en qué personas quiero conservar en mi camino para este próximo viaje. Y aquellas tienes ya no forman parte de mi paz y productividad, les dejo libres para que también emprendan su camino. Aún así, aunque no pueda celebrar justo a la hora y minutos precisos junto a quienes deseo en mi vida, eso no me impide celebrarles a distancia. Las llamadas telefónicas, los mensajes y las oraciones también son energía. Eso me acerca y conecta con quienes, por alguna razón, están lejos físicamente.
- Con o sin luz: Y finalmente, lo que más nos une como puertorriqueños es la posibilidad de pasar unas festividades navideñas sin energía eléctrica. Como es mi caso, desde hace casi 100 días atrás. Sin embargo, enfoco mis emociones a lo que es realmente valioso para mí. Sé que hay eventos que no puedo cambiar, pero decido cambiar la manera en el cual los enfrento. Para amar, para reír, para cantar, para ser yo, no necesito energía eléctrica. La luz está en mí.
¡Felices fiestas!
“Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes, la irá perfeccionando…” Filipenses 1:6 (NVI)

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