¿Todos somos críticos de cine?


Ayer estuve pensando en la película “The Shack”. La producción, basada en el libro homónimo del autor William Paul Young, narra la historia de Mack, un hombre que está pasando el peor momento de su vida luego del secuestro de su hija. En la película, Mack es invitado a una cabaña (De ahí proviene el nombre de la película), lugar donde tiene un encuentro con Dios… literalmente.
¿Por qué esta película estaba en mi mente?
No lo sé con certeza. Quizás, fue que me gustó y regresó a mi memoria. O quizás fue el hecho de que tras el paso del huracán María hemos vivido momentos bastante intensos que me han hecho pensar en la importancia de tener un encuentro diario con Dios. O simplemente me quedé mordío con el fuerte juicio que algunos cristianos le lanzaron a la película por ciertos aspectos teológicos.
Hasta este momento en mi vida, el Señor me ha dado la oportunidad de escribir varios largometrajes que se han exhibido en el cine, dos de ellos también los dirigí, junto a otros cortometrajes. También he tenido el privilegio de colaborar con otros cineastas en el estreno de sus películas en la pantalla grande. Así que he vivido de primera mano cómo los críticos de cine han dado su opinión de esos proyectos.
He recibido llamadas de personas bien intencionadas felicitándome cuando alguno de los críticos dio una opinión positiva de una de mis películas y también he recibido otras llamadas pidiéndome alguna reacción ante las opiniones negativas que algún otro crítico escribió. He visto como los elogios de un crítico pueden ser contradictorios con las malas impresiones que otro crítico tiene de la misma película. También he visto como los prejuicios que tienen algunos críticos en contra de los cristianos los ha llevado a utilizar el sarcasmo y humillación para expresar su desdén al mensaje de una película, excluyendo cualquier valor artístico que pueda poseer la misma.
¿Cuál es mi posición ante todo eso?
NO ME IMPORTA. Al inicio de mi carrera sí me importaba. Lo más probable eso se debía a mi deseo de agradar a las personas o mi falta de conocimiento acerca de mi identidad en Cristo.
Lo que sí me pone a pensar es que si estas personas, que por alguna extraña razón, sienten que tienen la autoridad para emitir un juicio público hacia una película, utilizando únicamente su opinión- que en muchos casos carece de conocimiento y experiencia del arte de hacer cine- pues yo también puedo decir lo que está en mi mente en defensa de una película, aunque lo más probable haya personas que no les guste. Así que aquí va.
Cuando vi “The Shack”
Recuerdo cuando vi “The Shack” como si fuera hoy. La calidad de la producción, de la dirección, de las actuaciones, entre otras cosas fueron dignas de elogio. Sin embargo, lo que más recuerdo fue el hecho de que al salir de la película me quedé pensando en mi Padre celestial. Me quedé pensando en Cristo y en las diferentes maneras en que el Espíritu Santo trabaja en mi vida. Realmente, fue una película que me llevó a examinar mi propia vida para ver si en mi corazón había alguna raíz de amargura o falta de perdón, y a anhelar profundizar cada día en mi relación íntima con Dios.
Así que te puedes imaginar mi sorpresa cuando empecé a escuchar las opiniones de varios cristianos hablando negativamente de la película y lo “peligroso” de su mensaje. Se lanzaron públicamente hasta análisis teológicos que colocaban la película en el renglón de la herejía utilizando términos que nunca he visto en la Palabra de Dios. Para mí fue un choque fuerte porque esas palabras contrastaban con la experiencia que yo había tenido al ver la película. Entonces recordé que así ocurre con casi todo entre nosotros los cristianos.
Lo que para uno es aplicar una Escritura Bíblica básica para otro es apartarse de la sana doctrina. Esa situación trae una complicación para los cineastas cristianos. Porque mientras tú estás enfocado en contar la mejor historia posible, mostrando cómo una persona puede ser cambiada con el amor de Dios, otra persona está analizando cuantas veces mencionaste la palabra Cristo para ver si realmente la película puede ser catalogada como una película “cristiana”.
Entonces, la complicación radica en que la iglesia está tan dividida en sus posiciones teológicas que es imposible hacer una película que satisfaga a todos los cristianos. Es imposible hacer cualquier cosa que agrade a todos los cristianos. La pregunta que surge es, ¿Estoy yo llamado a agradar a los cristianos? Todos sabemos la respuesta a esa pregunta, porque la repetimos cada vez que a alguien no le gusta lo que nosotros hacemos. Sin embargo, esa misma respuesta se nos olvida cuando alguien hace algo que a nosotros no nos agrada.
La parte triste
La parte triste de esto es que por un lado tenemos a los hijos del mundo dándole palo a los artistas del reino de Dios por llevar el mensaje de Cristo a través del arte, y por el otro, a los propios hermanos en Cristo, que por alguna razón se sienten ofendidos cuando su sabor teológico no es el plato dominante en la pieza de arte. Podemos entender a los hijos del mundo, después de todo, ellos están viviendo en tinieblas, su conocimiento está entenebrecido. Pero nosotros los hijos de Dios, que vivimos en la luz, que estamos llamados a amar a mi hermano, ¿qué de nosotros?
¿Julito, estás tratando de decirme que no puedo tener una opinión? No, tú puedes hacer lo que te da la gana. Ahora mismo, yo estoy emitiendo una opinión, que lo más probable tiene a algunas personas aplaudiendo y a otras encendidas en “ira santa” con sus dedos listos para gritar con el teclado cuan poco cristiano soy. Pero a la hora de la verdad, todos nos vamos a parar delante de nuestro Padre celestial a rendir cuentas de nuestras acciones. Buenas o malas, rendiremos cuentas por ellas. Entonces, ¿qué ganamos con dejarnos llevar por nuestras emociones escribiendo cosas que deshonran a un hermano y su labor en el reino?
Hay dos posibilidades con cualquier obra de arte que hacemos o cualquier acción que tomamos. O estoy en línea con Dios o no lo estoy; en ambos casos cuando llegue al cielo rendiré cuentas por ello. Así que cada vez que yo ataco públicamente a un hermano y su trabajo hay una de dos alternativas. Número uno: Tengo razón en mi juicio, el artista NO está en línea con Dios. Número dos: El artista SÍ está en línea con Dios y yo estoy equivocado en mi juicio. De cualquier manera, el resultado para el artista es el mismo, él tendrá que pararse frente a Dios a rendir cuentas por su trabajo. Por otro lado, nosotros también tendremos que pararnos delante de Dios a rendir cuentas por nuestras acciones. En ese momento, si nos equivocamos en nuestro juicio al hermano recibiremos la recompensa que merecen esas acciones negativas y el daño causado por ellas, y si no nos equivocamos, también tendremos que rendir cuentas por haberlo deshonrado públicamente en lugar de orar por él. Rendiremos cuentas por no fluir en amor para con mi hermano.
Prefiero errar amando
No sé tú, pero yo prefiero errar amando. ¿No te parece mejor amarnos los unos a los otros? Que si veo algo en el trabajo de mi hermano, que a mi entender está errado, pues me postro de rodillas a orar por él, pidiéndole al Señor que le de más revelación y le siga ministrando con su amor. Que las palabras que escriba o diga acerca de esa persona sean palabras de bendición. Las palabras que son buenas para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
¿Y qué de las demás personas que están siendo “engañadas” con semejante herejía? Ora por ellos también, que el Señor les de revelación de Su Palabra y Su amor. Que el Espíritu Santo, que es quien convence de pecado, justicia y juicio, los dirija a toda la verdad como Jesús prometió.
El amor
A fin de cuentas lo único que importa es el amor. Es amar a mi hermano que hizo la película. Amar a los que la vieron. No olvidemos que con la misma medida que medimos, seremos medidos nosotros. Yo prefiero ser medido con el amor a ser medido con el juicio humano. O lo que es peor, pasar por esta vida pintándole el diablo a cuanta cosa no estoy de acuerdo, cuando al otro lado hay personas que tomaron lo bueno y están teniendo encuentros poderoso con nuestro Padre celestial.
Bueno, aquí están mis dos centavitos en este tema. En la industria se dice mucho que, “Todos somos críticos de cine”. Me gustaría pensar que en lugar de todos ser críticos de cine, los hermanos en Cristo seamos personas que nos amamos los unos a los otros como Cristo nos ama. Te garantizo que cuando ames, verás la manifestación de Dios en la obra de nuestros hermanos, sin importar las diferencias de opiniones que tengas con él.
Con mucho amor,
///Julito

Comment