Andrea Ruiz Costas y la Injusticia del Sistema Judicial


Las querellas realizadas por la Familia de Andrea Ruiz Costas contra las juezas que vieron su caso y no le concedieron órdenes de protección a la joven, no procedieron. La investigación concluyó que no se cumplió con el estándar de prueba legal para instar algún proceso disciplinario. Y mientras tanto los “adiestramientos” que reciben los jueces se basan en enseñar que la biología no determina lo que es ser un hombre y una mujer, y que el lenguaje inclusivo y el lenguaje corporal inclusivo nos salvará de la crisis de violencia y de violencia doméstica e intrafamiliar que enfrenta el país. Esta es la ideología feminista de “género” que década tras década nos sigue fallando, pero que es defendida como la poción para curar todo mal y por fe hay que creerla. ¡Inquietante!
Supongo que para algunos de nosotros, que hemos seguido las incidencias de este caso a través de los medios, esto nos resulta como otro capítulo del grotesco drama criollo que vivimos día a día. No es necesario ser adivino para saber, que no será el último. Estamos ante un sistema judicial que repetitivamente se niega a aprender de sus horrores, y a aceptar sus graves acciones y omisiones; cometidas contra aquellos que recurren a ellos para protección y en suprema instancia, para justicia. Con la realidad de que el dolor punzante, latente y desgarrador no lo experimentamos nosotros, ni la Rama Judicial, sino la familia de Andrea Ruiz Costas. Otro revés más para esta familia y en última instancia para todo el país.
A los comunes, a los mortales nos sobran las preguntas ante las puertas silenciosas de los tribunales y sus dioses. ¿En qué consistió la investigación? ¿Cuáles pruebas se presentaron? ¿Quién o quienes la evaluaron? ¿Cómo se dio el proceso? ¿Participó la familia de Andrea? ¿Y ahora qué? ¿Cómo recuperamos la fe en aquellos que juraron hacerle bien al país?
Como si esto fuera poco, una de las juezas tiene una solicitud de ascenso, información que se presentó en un medio de análisis noticioso del país. Se rumora que con mucha probabilidad el actual gobernador Pedro Pierluisi la nominaría a tales efectos. En todo este circo, se confirma algo que muchos de nosotros sabemos desde hace algún tiempo. En este país no hay un verdadero interés en desarrollar un mecanismo organizado y robusto que involucre todas las esferas pertinentes para atajar y manejar el problema de violencia doméstica. Tenemos un crítico escenario social pero para los que pueden impulsar verdaderos cambios lo que realmente interesa son las apariencias. No es nada nuevo, constatamos una y otra vez la pésima y deteriorada gestión no solo de los tribunales, sino también del ejecutivo. Y mientras tanto, con toda una gama de cosas por arreglar y mejorar seguimos ignorando nuestra realidad. Haciendo simposios sin sentido, vistiendo de verde y de violeta a Fortaleza y perdiéndonos profundamente en el laberinto lúgubre de nuestros espejismos, de las partidas de dinero arrojadas al desperdicio y del habitual marasmo de las acciones necesarias.
Lcda. Ellyam V. Martínez González, CP.
