Año nuevo, vida nueva ¿Política nueva?


Todo treinta y uno de diciembre cuando el reloj marca las doce de la media noche los puertorriqueños comenzamos un año nuevo civil dando las gracias a Dios por la vida, la familia, el trabajo, la salud, etcétera. En ese momento hay abrazos, besos, palabras de aliento, música y en muchos hogares hay tremendo parrandón hasta que amanece. Este cambio de fecha es un incentivo para intentar hacer las cosas mejor. Todo eso está muy bien, pero se han cuestionado si esa buena costumbre la harán los políticos en su compromiso de servir al Pueblo de Puerto Rico. La respuesta la desconozco, pero como por los frutos uno conoce a las personas, tal parece que pocos políticos hacen resoluciones de año nuevo.
Es lamentable comenzar un nuevo año con mucha motivación y que el Estado con su agenda liberal, la burocracia y su sumisión ante el globalismo, tiren por la borda el deseo de la ciudadanía de ser feliz y echar pa’lante en Puerto Rico. La política es servicio no control, imposición ni corrupción, pero lamentablemente muchas personas inescrupulosas la han convertido en el peor de los servicios humanos. A tal punto que nuestra niñez, cuando se trata de futuras profesiones, no piensa en como pueden ser buenos políticos para servirle a su prójimo. Creo que el mayor error de los partidos es crear candidatos y no fomentar la vocación al servicio público. Además, el gobierno no puede continuar con una composición de personas inescrupulosas que se sirven con la cuchara grande y dejan al prójimo con hambre. En el gobierno debemos ser más los servidores públicos que nos levantamos cada día con el compromiso de hacer algo efectivo por Puerto Rico.
Es imperativo sostener que no podemos exigir una trasformación gubernamental, si no nos trasformamos primero como individuos. Por eso, debemos desempolvar los libros que una vez incentivaron las buenas costumbres, los valores, la moral, la integridad y el amor al servicio público para volver a transmitirlos de generación en generación.
Para eso, la ciudadanía no puede seguir entretenida y distraída con los filtros de las redes sociales mientras personas inescrupulosas nos desmantelan la patria. Tampoco podemos continuar con una sociedad con muchos individuos con diplomas, pero pocos con educación.
Finalmente, es evidente que necesitamos una trasformación en Puerto Rico. Dicha trasformación la forjaremos todos, en el día a día, al cumplir cada uno con nuestra vocación. Este es el tiempo correcto para que los políticos reflexionen y busquen el consenso para que Puerto Rico sea primero que su partido, su candidatura y su “poder”. Sinceramente me resigno pensar que debemos esperar al 2024 para ver eficiencia en el gobierno. Sin duda, en esas elecciones si habrá un nuevo amanecer para la Isla del Cordero. Mientras tanto, le recomiendo a usted que cuando el reloj marque las doce: ame a Dios, ame a su familia y no olvide amar a su patria. De esa manera, el amor será la base de la edificación de un Puerto Rico digno. Así nos ayude Dios.
