Civilizados como los animales: El debate del aborto en Puerto Rico


Nunca ha existido un derecho humano e indiscutible para quitarle la vida a otro ser humano por razón del deseo o no deseo. En el caso del aborto, nos dieron a beber un kool-aid y nos hicieron creer que es jugo natural. La ley injusta entronó el engaño en detrimento del bien, la salud y la verdad. El aborto en EE.UU. y por ende en Puerto Rico se montó en uno de los más grandes engaños de la historia.
Los límites son necesarios. Las leyes deben ir de lo general a lo específico para que las cosas estén bien claras y así evitar los abusos. El derecho humano a la vida en toda etapa de desarrollo, hay que explicarlo y defenderlo para no continuar siendo víctimas o crear víctimas por consignas propagandísticas que engordan los bolsillos de algunos gracias a la legalización de una cultura de muerte.
Los bebés en el vientre ¿Pequeños asaltantes?
Cuando un asaltante armado viene a atacarnos y dadas las trágicas circunstancias damos muerte a ese atacante, es considerado legítima defensa si se dan unos límites específicos. Se debe probar que, de verdad, se actuó en legítima defensa.
Cuando se alegue legítima defensa para justificar el dar muerte a un ser humano, es necesario creer razonablemente que, al dar muerte al agresor, el agredido o la persona defendida se hallaba en inminente o inmediato peligro de muerte o de grave daño corporal.
―Artículo 25. — Legítima Defensa. (33 L.P.R.A. § 5038)
¿Son los seres humanos concebidos unos asaltantes del vientre? ¿Se debe considerar como una legítima defensa quitarles la vida con el aborto? ¿Es legítima defensa que la mujer se exponga a un aborto con riesgos innecesarios de potenciales consecuencias de por vida en su propia salud? ¿Los cinco mil abortos promedio al año fueron por inmediato peligro de muerte o de grave daño corporal? Aquí, el verdadero debate es que siguen engañándonos sobre las consecuencias del aborto y por el otro lado no consideran al ser humano concebido tan valioso como a todas las demás personas. Como si ninguno de nosotros hubiéramos sido cigotos, embriones y fetos antes.
¿Están los seres humanos obligados a vivir?
Cuando una persona verbaliza “me quiero morir” hay toda una política pública bastante amplia respaldada por varias leyes que obligan activar un intenso protocolo para evitar que una persona termine con su vida. Luego de rescatar esa vida, el sistema está obligado a trabajar con cada una de las problemáticas de ese ciudadano, para ofrecerle las ayudas oportunas (médicas, psicológicas, económicas, etc.).
De hecho, existe una Comisión gubernamental obligada por ley para dar seguimiento a las estrategias con acciones en la política pública que busquen preservar y mejorar la vida de las personas (Ley 227-1999). Dice la exposición de motivos de la ley que: “El suicidio es la manifestación más extrema de la violencia por ser la violencia autoinfligida. Más mujeres intentan quitarse la vida. Más hombres logran la muerte por suicidio.”
Los funcionarios estatales y municipales están obligados por ley para tomar cursos con el fin de ayudar a preservar esas vidas como parte de la ética gubernamental tanto en suicidios como en violencia doméstica (Ley 227-1999, Ley 283-2012, Ley 12-2019). Dicha política pública está dirigida por el más alto y noble de los valores universales: El valor que tiene la vida humana y su dignidad inviolable.
¿Está la ley obligando a la persona suicida a vivir? ¡Definitivamente que no! Gracias a esas leyes, se le ama, valora, honra y ayuda para que valore su propia vida y que no se hunda más en el victimismo y sus problemáticas. Estamos ayudando a que no tome una decisión permanente e irreversible ante un problema que muy probablemente es pasajero o que tiene solución. El principio de la sabiduría popular es: Mientras hay vida, hay esperanza. Y esa sabiduría también fue recogida y codificada en unas leyes.
También, hay hallazgos que explican la tendencia de que las mujeres post-abortivas son más propensas a ideación suicida. O sea, que la regulación del aborto tiene el potencial de salvaguardarle salud y vida a una misma mujer dos veces o más.
Si tenemos un cúmulo de distintas leyes que danzan en la preservación de la vida humana, mediante la prevención de: maltrato infantil, suicidio, violencia intrafamiliar e íntima de pareja, maltrato de ancianos y feminicidios; y por otro lado leyes para la protección de fauna y especies vulnerables y en peligro de extinción, animales domésticos y animales para uso comercial: ¿Estamos obligando al planeta entero a vivir? ¡No! Simplemente estamos construyendo leyes sobre la valoración de toda vida, siendo los mejores seres humanos que podamos ser para mantener la civilización y el planeta en su mejor balance.
Entonces, bajo esa misma vara, también es legítimo que hagamos leyes para: Prevenir, estudiar, reducir o erradicar el aborto en Puerto Rico. Si es que pensamos que toda vida tiene valor y es digna de ser rescatada en toda etapa y circunstancia. ¿Querrán bailar con nosotros la danza de la vida en el Capitolio y la Fortaleza?
¿Obligadas a qué?
El puertorriqueño tiene que aguzar su masa encefálica y pensar bien la cola que traen ciertas consignas feministas y mediáticas en titulares con otras motivaciones detrás. Ciertamente, es un abuso embarazar a cualquier niña o mujer en contra de su voluntad. Sin embargo, cada caso es un caso. Los abortos provocados son en su amplia mayoría, “electivos” y de esos una aplastante mayoría por presiones indebidas sobre la mujer.
Además, al tener relaciones sexuales consentidas y “protegidas” hasta en la mujer más planificada le pueden fallar los anticonceptivos, y ahí ¿A quién culpamos? ¿A la naturaleza, al bebé o a Dios? ¿Y porqué la opción tiene que ser el aborto? ¿Eliminar al bebé en lugar de eliminar el verdadero problema que está detrás? El bebé de seguro que no es el problema. No romantizo el embarazo ni la responsabilidad de la crianza, pero tampoco romantizo a la muerte. Sobre todo, cuando hay un inocente por el medio que los abortistas quieren invisibilizar y vaciar de valor a como dé lugar y por medio de la muerte tortuosa. La vida humana está por encima ¡siempre!
La verdad monda y lironda es que por cincuenta años nos han obligado a matar a nuestros propios hijos. Por vía de meternos cosas por la cabeza en desprecio de la propia vida y la vida en el vientre materno. Las mujeres hemos sufrido en carne propia esos dilemas con sus consecuencias. Lo hemos pagado con daños a nuestra salud física, emocional, mental y espiritual.
El abortismo se monta encima de la mujer con desventaja emocional, económica o en pobreza para hacerle creer que tiene un derecho absoluto sobre la vida del ser viviente en su vientre, haciendo con ese ser lo que desee. O sea que las laureadas feministas −proaborto sin límites− convierten a la mujer en lo que tanto detestan: En una persona agresora y homicida que abusa del poder y el control sobre el ser más vulnerable. El mismo ciclo de poder y control que tanto protestan por la violencia contra la mujer y el feminicidio, no lo aplican a las más de cinco mil vidas abortadas al año, ni a los daños colaterales −de por vida− en las propias mujeres.
Cuando el abortismo seduce a una mujer en la ideación abortiva, luego el acto lo tiene que pagar ella misma o su propio abusador, pues el centro de aborto no lo hace si no es a cambio de paga. Por ello, ese mismo club, exige que sea el gobierno con fondos públicos (el dinero de todos los ciudadanos entre $300 y $1,300+ por aborto) quien pague los cinco mil o más abortos al año en Puerto Rico. Para ese club, está bueno eso de que una mujer se deje violar sus propias entrañas y mate a su propio hijo en pleno siglo 21.
Las mujeres somos carne de cañón de los abusos del sistema abortista público y privado. Ya van cincuenta años de ese abuso mediante la manipulación de las mujeres. Estudios lo confirman, entre ellos, el estudio Coleman (2017) con 987 participantes post-aborto con los siguientes hallazgos:
“58.3% de las mujeres reportaron abortar para tener a otros contentos, el 73.8% no estuvo de acuerdo con que su decisión fuera enteramente libre de presiones por parte de otros para que ella abortara, el 28,4% abortó por miedo a perder a su pareja si no abortaban, el 66% dijo saber dentro de sus corazones que estaban cometiendo un error cuando se sometieron al aborto, el 67.5% reveló que el aborto fue una de las decisiones más difíciles de sus vidas.”
Civilizados como los animales
En cuanto a los animales domésticos, comerciales y la fauna vulnerable en peligro de extinción, desde el Código Civil de Puerto Rico (2020) y la construcción de otras leyes especiales, se les reconoce el valor a esas vidas animales desde la etapa de gestación. Se les protege de ataques, incluso imponiendo multas y cárcel. En la práctica, no ha sido así en la protección de la vida humana en gestación.
Una cría en el vientre de una vaca ¿tiene más valor? Por lo menos esa cría en gestación es objeto de especial aprecio en el Código Civil (Artículo 261). Las crías de las vacas se consideran “frutos manifiestos” “desde que están en el vientre, aunque estos no hayan nacido.” Por ley, los cigotos, embriones o fetos de las vacas no están condicionados a que nazcan para concederles valor completo. Cuando dicho código reconoce a medias el valor de la vida humana no nacida, condicionado a que este nazca (Artículos 69 y 70) ¡Hay algo que no cuadra!
Para los proponentes del P. de la C. 1403, el aborto −de miles de vidas humanas− debe elevarse a nivel de un derecho humano con supremacía. Degradando así a la persona humana en todo su esplendor en nuestra isla del encanto. Continúa el ideario abortista en contra de todo hallazgo científico y principio moral.
Meterle ideas suicidas (incitación al suicidio) a una persona, es procesable como delito por el Artículo 97 del Código Penal. Meterle ideas abortivas a una mujer embarazada es codificada como delito por el Artículo 98 del Código Penal. Sin embargo, meterle ideas abortivas a una mujer embarazada se hace todo el tiempo. En Puerto Rico, los políticos no quieren bregar con esto. Aun sin la excusa de Roe v Wade cuando la Corte Suprema de EE.UU. decidió en el caso Dobbs que no hay derecho constitucional al aborto. Cuarenta y seis estados regulan el aborto en diferentes grados y tiempos de gestación.
En Puerto Rico, pocos políticos quieren elevar el valor de la vida humana desde la gestación. A la gestación de las cotorras, las tortugas y las vacas sí, a la gestación de las personas no. En momentos como estos, recuerdo el estribillo de la canción que dice ―Yo quisiera ser civilizado como los animales.

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