Dame este monte “Conquistando la montaña del arte”


Desde el momento de mi llamado a las artes, la frase “hay que infiltrarse” fue paralela a este. “Podrás llegar a lugares donde la Iglesia tradicionalmente no llega” seguía repitiendo una voz muy tenue dentro de mí. Y esto me inquietaba, ¿infiltrarme?, ¿dónde?, ¿cómo? y ¿por qué? Esto me desconcertó un poco, era la década de los 70 y solo sabía de campañas evangelística y trabajo misionero. Pero llegar a los necesitados a través del teatro, ni pensarlo. Y en esa búsqueda por entender lo que Dios me mostraba me encontré con el mensaje de las 7 Montañas. Y descubrí que no era la única a la que Dios le hablaba de infiltrarse.
Y tal vez te preguntes, ¿De qué montañas estoy hablando? Pues, te cuento. En el 1975, Bill Bright, fundador de Campus Crusade for Christ y Loren Cunninghan, fundador de Youth with a Mission, dos de los ministerios de más alcance en los EE. UU., se reunieron para compartir lo que Dios les había mostrado. Para sorpresa de ellos, al comparar la información, descubren que era prácticamente la misma; esta consistía en una lista. Tres semanas más tarde, la esposa de Cunninghan, ve al Dr. Francis A. Shaeffer, fundador de L’Brai Fellowship, una comunidad de jóvenes interesados en la filosofía y los valores cristianos con base en Suiza, presentar la misma lista en un programa de TV. Es entonces que entienden que este es un mensaje para el cuerpo de Cristo. Este hablaba de una estrategia para impactar a las naciones. Esa estrategia consistía en llegar a los siete pilares de la sociedad. Estos son: Negocios; Gobierno; Medios de Comunicación; Arte, Entretenimiento y Deporte; Educación; Familia y Religión. Hoy en día conocemos esta estrategia como el mensaje de las 7 Montañas. Y aquí encontré la respuesta al “hay que infiltrarse”.
Estas montañas están ocupadas por el enemigo de las almas. Esto explica el nivel de corrupción que existe en estas. Y por siglos, y cuando digo siglos no exagero, no se les permitía a cristianos infiltrarse, por ejemplo, en la montaña del gobierno y mucho menos, en la montaña del arte, por miedo a que fueran corrompidos por el pecado y de esta forma perdieran la salvación. Dejando de esta forma la montaña del arte a disposición de Satanás. Sin embargo, Jesús, orando al Padre por sus discípulos le dice, “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15).
Por lo tanto, nos toca a nosotros rescatar la Montaña del Arte. Esta tiene el propósito de presentar a Dios como Creador y construir un lugar para manifestar la presencia y la gloria del Dios Creador. Ese lugar es nuestro arte. Dios manifiesta Su gloria en esta montaña a través de la creatividad. Dios usa la creatividad como una forma de expresarse a si mismo en la tierra a través de nosotros, que fuimos hechos a imagen y semejanza suya. Con Bezalel aprendimos, que cuando Dios quiso levantar un santuario para manifestar Su presencia, llamó a los artistas (Éxodo 31:1-6). Y en Éxodo 40:34b nos dice que una vez terminado el tabernáculo “la gloria de Jehová llenó el tabernáculo.” Y Dios quiere llenar la tierra de Su gloria y para ello sigue llamando artistas que hagan de su arte un santuario para gloria y hermosura (Éxodo 28:2).
Y este mensaje de las 7 montañas me hizo recordar a Caleb, uno de los doce espías enviado por Moisés a recorrer la tierra prometida y quien puede ser un ejemplo para nosotros. A los 85 años, Caleb le pide a Josué que le de el monte prometido. Dame este monte, es un grito que implica el querer hacer una acción. Caleb quiere el monte y está dispuesto a luchar por el. No es una súplica o un por favor. Es un dame autoritario, decidido, un dispuesto a todo. El monte que pide es el Monte de Hebrón, que al igual que el del arte, estaba ocupado por el enemigo. Y como si esto fuera poco, nos dice que los anaceos era una tribu de gigantes y que las ciudades eran grandes y fortificadas (Josué 14:6). Sin embargo, Caleb tenía plena confianza en Dios. Nos dice la Palabra que en él había “otro espíritu” (Números 14:24). Su actitud, fidelidad y confianza eran hacia Dios. El resultado, ya lo sabemos, Caleb conquistó la montaña.
Doy gracias a Dios, porque me ha permitido ver a un grupo de valientes artistas cristianos levantarse firme, romper tradiciones y usar las artes para glorificar a Dios. Y, poco a poco, también comienzo a ver a los más arriesgados, infiltrarse como un ejército en territorio enemigo y llevar su arte al mundo secular, comenzando a transformar de esta forma, la montaña del arte, y, por ende, la sociedad. Pero necesitamos muchos más que como Caleb digan dame este monte. ¿Te apuntas?
