El borrador que nos une a caminar hacia un digno y nuevo Puerto Rico


Los esfuerzos para que Puerto Rico mejore deben superar todas las barreras que nosotros mismos hemos creado para dividirnos una y otra vez. La división ha sido clave para no resolver el estatus político y eso comienza a dar un buen giro con el borrador del Puerto Rico Status Act. No obstante, a pesar de que creo en la importancia de la colaboración política partidista y cívica para resolver el asunto del estatus político de Puerto Rico, reconozco que cada paso hay que darlo con prudencia y sabiduría.
La colaboración, aunque a muchos no les guste, es necesaria para avanzar como pueblo, pero lo que no puede suceder es dejar a un lado la defensa de la fe; el respeto a vida desde la Concepción; la defensa de la familia; establecer una educación libre de ideología de género; fomentar un desarrollo y crecimiento económico sostenible que tenga al ser humano y su dignidad como eje, etcétera, solo por elegir apoyar una ideología sobre otra. Los valores y principios de las personas decentes van por encima de cualquier opción de estatus o cualquier discusión política partidista.
Al final del camino, nosotros no merecemos ser ni un estado pobre, dependiente de ayudas federales y controlado por demócratas y masones, ni mucho menos merecemos ser una nación soberana amarrada a los ateos, comunistas, socialistas y globalistas que imperan por doquier. Tampoco es viable continuar con las malas administraciones que han forjado el fracaso de lo que un día funcionó, pero lo colapsaron las administraciones rojas y azules. Por eso, desde mi criterio, ser un territorio no incorporado de los Estados Unidos es indigno, injusto e inmerecido, pero lo más problemático es el ser gobernados cada cuatro (4) años por personas que no están convencidas de lo que es servir con integridad y administrar con efectividad.
Por eso, creo que cada libre pensador debe reconocer la validez de la libre determinación de los pueblos y eso es lo que debemos decidir cada uno de nosotros en las urnas entre la Estadidad, la Independencia y la Libre Asociación. Estoy convencido que para resolver el estatus correctamente primero hay que ser gobernados por hombres y mujeres que le prueben al pueblo que tienen los méritos para merecer un escaño o un cargo público. Sobre todo que cuentan con un plan de crecimiento y desarrollo económico eficaz para los próximos años.
Creo que el futuro de Puerto Rico solo Dios lo sabe, pero hoy muchas personas valientes y decididas queremos aunar esfuerzos para resolver el asunto territorial de Puerto Rico y mirar el futuro con esperanza. Entre esos actores políticos la juventud vocifera enérgicamente que quiere un cambio en estas islas encantadoras que forman un solo Puerto Rico. Nosotros los jóvenes, como actores políticos, estamos dispuestos a alcanzar ese cambio con diálogo, profesionalismo, perseverancia y firmes en nuestras convicciones. Evidentemente, como hombres y mujeres de fe tenemos puesta nuestra confianza solo en Dios Todopoderoso y por eso podemos ser instrumentos de bien para el presente y el futuro de este bendito y hermoso archipiélago borincano.
Finalmente, la discusión del borrador del Puerto Rico Status Act nos brinda esperanza de consenso, democracia y la vinculación del Congreso para acatar la voluntad de los ciudadanos Americanos de Puerto Rico. Por eso, independientemente del futuro de esta pieza congresional, hoy nos toca unirnos para avanzar. La ruta no es novedosa y ya parece estar clara, lo que nos resta es caminar hacia ese digno y nuevo Puerto Rico que tanto hemos soñado fuera de la Cláusula Territorial.

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