¿El miedo, más potente que un virus?


A casi dos años de la crisis causada por la pandemia del covid-19, pareciera que no podremos ver la luz al final del túnel. Desde que comenzó esta situación, hemos pasado por diferentes etapas donde los decretos del gobierno cada día limitan mas nuestras libertades de movimiento. Las reuniones familiares están prácticamente eliminadas, se ha limitado el acceso a los servicios y hasta se condiciona con una “vacuna” el poder llevar el sustento a nuestra familia. Todas estas circunstancias, tienen un impacto directo en nuestra salud mental. El pasado mes de diciembre surge una variante que, aunque es menos fuerte, los medios y el gobierno alzaron su voz de alarma para que las personas se hicieran pruebas y hubo miles de contagios. La celebración de la navidad y la de fin de año quedaron prácticamente descartadas.
Vemos un ambiente donde el pueblo siente la frustración, el agotamiento y la impotencia. Tenemos unos niveles de ansiedad y miedo tan graves que podrían estar en números más altos que los mismos contagios. Mientras mas miedo y ansiedad, mas se nubla el entendimiento de como proceder y se pierde de perspectiva la prudencia y la calma.
El miedo y la ansiedad pueden ser respuestas adaptativas ante una situación amenazante. Sin embargo, en niveles elevados ocurren respuestas de afrontamiento que no son eficaces como tener pensamientos catastróficos (“todos vamos a morir”) y mostrar conductas obsesivas/compulsivas (limpieza extrema). El virus del covid-19 y sus variantes junto con los decretos del gobierno, han causado tanto miedo terror y pánico que sus efectos podrían tardar años en sanar. Este miedo ha servido como un caldo de cultivo para el desarrollo de diversas psicopatologías resultando en una amenaza tan real como la enfermedad misma.
Además, los decretos y las ordenes ejecutivas del gobernador han tenido un tono dictatorial percolando en la psiquis de la población con desesperanza, incertidumbre y desasosiego. Esto se observa con la amenaza de pérdida de empleos, la segregación entre los “vacunados” y los “no vacunados” y la división entre familiares, amistades y en las esferas eclesiásticas.
Ante este panorama, les brindo algunas sugerencias para prevenir y tomar acción:
- Evalúe donde usted obtiene la información: examine bien las fuentes sobre todo lo que tiene que ver con el virus, las ordenes ejecutivas y los decretos. Muchas veces, el gobierno y los medios restringen el acceso y hasta censuran la información y Las personas no pueden tomar decisiones bien informadas. Le recomiendo que busque fuentes alternas preferiblemente con datos científicos.
- Haga actividades de autocuidado: establezca una rutina de buenos hábitos con alimentación adecuada, un buen patrón de sueño; hacer ejercicio, el contacto con la naturaleza; promover la conexión con sus seres queridos y cultivar la espiritualidad. Mantenga la precaución, pero sin histeria.
- Leer de forma intencionada: Saque provecho al fácil acceso del internet y lea investigaciones y artículos sobre el tema del virus (evalúe y busque fuentes originales). Analice y reflexione sobre lo que lee. Indague sobre sus derechos constitucionales y leyes relacionadas.
- Evite la saturación de los medios: Discierna que medios puede ver para estar mejor informado, pero no se sature, esto podría aumentar el miedo.
- Atienda sus emociones: aunque el miedo es una emoción natural, cuando interfiere con el diario vivir, se debe buscar ayuda profesional.
