La cultura de inmediatez y sus consecuencias


La semana pasada hubo un apagón mayor dejando a más de 300 mil abonados sin energía eléctrica por unas horas. De acuerdo con LUMA hubo una avería porque la vegetación entró en contacto con una parte del sistema. Aunque hemos visto muchas averías y problemas en el pasado con nuestro sistema eléctrico, esta vez fue diferente. No habíamos visto tanto revuelo por el sistema energético desde después del huracán María. Es obvio que la frustración se ha apoderado de muchos puertorriqueños y los partidos políticos lo están usando de balón político para ganar votos antes de las elecciones.
En una ocasión el presidente Ronald Reagan dijo:
“Un partido político no puede ser todo para todos. Debe representar ciertas creencias fundamentales que no deben comprometerse por conveniencia política, o simplemente para aumentar sus números.”
Esto es exactamente lo que está sucediendo en segundo plano en este momento. Pero no sería la primera vez. Cuando el sistema eléctrico comenzó su expansión residencial en los años 50, el uso de la electrificación como una herramienta política era habitual. Personas que podían traer muchos votos se le prometía electrificación, la mayoría de las veces sin pago adicional alguno. Todo gracias a fondos federales que cubrían los gastos. Usando la mentalidad de “el gobierno federal lo va a pagar” creamos la quinta red eléctrica más grande de Norteamérica. Eso es mucho decir para una isla de 100 por 35 millas. Hay miles y miles de millas de cablería y postes que se instalaron para darle servicios a personas que vivían en los lugares más rurales de Puerto Rico, todo sin pensar que habría consecuencias. El resultado fue que se creó un monstruo en cuanto a la cantidad de mantenimiento que tendríamos que darle a una red de esa magnitud. La política nos hizo pensar a corto plazo, y a largo plazo sufrimos las consecuencias.
En el 2013 la AEE decidió tomar prestado mediante una emisión de bonos por la cantidad de $670 millones. Esto luego de haber tomado prestado entre 2010 y 2012 la cantidad de $3,500 millones. En total la AEE terminaría acumulando una deuda en bonos de $8 billones. Pensaríamos que con préstamos por esas cantidades tan alarmantes, la Autoridad de Energía Eléctrica haría mejoras constantes a la red para asegurar su función. Pero estaríamos equivocados. La AEE usó los fondos para ilegalmente pagarle los sueldos a sus empleados, empleos que se habían otorgado mayormente a familiares y amistades de políticos y unionados. El despilfarro fue enorme, pero nuevamente nuestro gobierno solo tomó en cuenta las consecuencias a corto plazo ignorando la acumulación de una deuda billonaria a largo plazo.
En el 2005, bajo la administración de Aníbal Acevedo Vilá se comenzó el proyecto del Gaseoducto del Sur. La idea detrás del gaseoducto era proveer gas natural más económico y limpio (emite 17% menos CO2 que el Diesel y 30% menos que el petróleo). Pero como es de costumbre en Puerto Rico, hubo protestas ambientales mayormente provocadas por miedo a accidentes relacionados con el “Supertubo”. La prensa local le dio cobertura y la campaña para detener el proceso de la construcción del gaseoducto terminó disuadiendo por completo a la administración de Luis Fortuño, quien había heredado el proyecto en el 2009. Una vez más se sacrificó el bien a largo plazo por política a corto plazo. Consideremos que, según estimados hechos por Ricardo Ramos, el ex-director de La Autoridad de Energía Eléctrica, la finalización del proyecto del gaseoducto para la fecha propuesta hasta el día de hoy le hubiera ahorrado a la AEE unos $8 billones en gastos de combustible. Aproximadamente la misma cantidad que la AEE le adeuda a los bonistas. De haberse tomado en cuenta las consecuencias económicas existe buena razón para pensar que la AEE no hubiese tenido que recurrir a la quiebra si se hubiese terminado el proyecto e ignorado los reclamos de un pequeño grupo de personas con mucha voz, pero con poco poder para cambiar el voto de la mayoría.
Así como estos tres eventos podría seguir mencionando más, muchos más proyectos, ideas y leyes que se hicieron tomando en cuenta solamente consecuencias a corto plazo. Cualquiera que se dé a la tarea de estudiar esta tendencia tendría que preguntarse si la estrategia le está rindiendo buenos resultados a nuestros políticos locales. La prueba revela que desde que Pedro Rosselló culminó con su segundo cuatrienio en el 2001 no ha habido ni un solo gobernador que ha podido mantenerse domiciliado en Fortaleza por más de un término.
El teorista político italiano, Gaetano Mosca, decía que los políticos deben de crear una “fórmula política” que consiste en políticas para cada etapa de la vida del ciudadano. La “fórmula” se encarga de ajustarse a las realidades de los ciudadanos para asegurar que nada se quede sin ser tocado por la misma. Está claro que nuestros políticos no han hecho uso de una fórmula política. No tomaron en cuenta el futuro de nuestros ancianos, de las próximas generaciones, de cualquiera menos ellos mismos y sus aspiraciones políticas. Este noviembre tenemos la opción de escoger a los que no solo piensan a corto plazo, pero los que hacen planes para un Puerto Rico mejor. ¿Tendremos la valentía de votar por aquellos que les interesa más el futuro de nuestra Isla que por los que han demostrado interesarse solo por lo que los mantiene a ellos en el poder?

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