Libértate del síndrome de comparación compulsiva


“… he aprendido a estar contento con lo que tengo. Sé vivir con casi nada o con todo lo necesario. He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación…”
Filipenses 4:11-12 NTV
El “contentamiento” es una forma de vida en la que podemos tener gozo, un verdadero significado, satisfacción, tranquilidad y seguridad.
¿No seria maravilloso estar contento con lo que eres, con lo que haces y a donde vas? Sin embargo, me he percatado que existe algo que limita el contentamiento en muchos de los hijos de Dios y esto es el síndrome de comparación compulsiva. ¿A qué me refiero con esto? Si eres de las personas que constantemente te comparas con otras, hay una alta probabilidad de que te sientas insatisfecho contigo mismo. Esto lleva a una falta de seguridad crónica.
No es un problema superficial, es una situación compleja y profunda en el alma. Sus raíces están en el asiento de las emociones y de nuestros sentimientos. Como en toda situación del alma lo primero que debe suceder es el reconocimiento de que tenemos un problema. ¿Qué problema? El de poner nuestro “Yo” en el centro del Universo.
Como terapeuta clínico he atendido en mi oficina de Consejería mujeres que son reinas de belleza. En más de una ocasión me han dicho que algunas se encuentran entre las mujeres más inseguras con ellas mismas. Todo el tiempo las están comparando con otras y ellas se comparan con las demás. Sus mayores esfuerzos y exigencias son el resultado de comparase con las demás y tratar de ser mejores y sobresalir.
No te compares con nadie.. tú eres una obra perfecta de Dios con un propósito único y especial. Nadie puede hacer las cosas como tú las haces y tú no las podrás hacer como nadie porque cada quien tiene una función irrepetible.
- Libérate de los complejos de inferioridad.
- Permite que Dios sea la fuente de tu identidad.
- Elige siempre ser un canal de ayuda y bendición a alguien, así la envidia no tendrá lugar.
- Agradece todo lo que tienes.
- La vida no se trata de competencias, sino de una ruta personal e individual.
- Entiende que lo que otros han alcanzado es predominantemente GRACIA DE DIOS.
- No compitas buscando validación, Dios te ama incondicionalmente.
- La envidia son celos y esto es una fuente de infelicidad.
- Si no te sientes feliz con lo que tienes ahora, aún cuando alcances lo que estás envidiando en otros… tampoco serás feliz.
- No dejes que la envidia dañe tu corazón y lastime a otros.
- Si eres envidiado deléitate… eres admirado. Algo estás haciendo muy bien.
- Siente compasión y misericordia por los que te envidian.
- No dejes de brillar. Cuando tú brillas quien brilla es Cristo.
- Vive libre, vive feliz.
El síndrome de comparación compulsiva roba el gozo, genera envidia y no nos permite amar a los demás en forma saludable. En Proverbios 14:30 dice: “El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos”.
Si nos comparamos y tenemos las de perder, podemos estar tentados a guardarle resentimiento a aquellos que “aparentemente” están mejor. Lo que verdaderamente importa es que te sientas satisfecho con quien eres, cómo eres y con una inmensa gratitud por todo lo que tienes y has alcanzado. Disfruta cada día que eres una obra maestra de Dios con propósitos extraordinarios.
Señor: Ayúdame a verme como Tú me ves y ser muy feliz con la identidad que me has dado.

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